martes, 15 de abril de 2014

Ermita de la Alegría-Monzón

Ermita de la AlegríaSe encuentra en el cerro de Lascellas, a unos 3 kilómetros al sur de Monzón, en la margen izquierda del Cinca. Antes de su destrucción era un edificio barroco el siglo XVII. Las últimas obras de restauración finalizaron en 1983. Se trata de un conjunto religioso formado por una hospedería y la capilla que alberga la imagen de la Virgen (del año 1942). La iglesia es de planta rectangular, nave única y ábside semicircular de estilo neorrománico, con canecillos y aparejo de piedra sillar.
Las vidrieras policromadas que decoran la capilla narran los cuatro milagros o favores otorgados por la Virgen: protección a Jaime I, imagen del guerrilero “El Cantarero”, el carro que cayó por un terraplén y cuyos ocupantes salieron ilesos, y el tesorero Bullón salvado por la Virgen en medio de una tempestad. La Cruz de Término (de 1961), a los pies de la parte alta del cerro, está formada por una grada circular de mampostería, basa jónica, tambor octogonal y cruz latina. Estos dos últimos elementos fueron destruidos por un rayo en 2003 y repuestos por el artista local Joaquín Chaverri. Los montisonenses acuden en romería a este lugar el Lunes de Pascua.




La pista de atletismo de Monzón


Monzón se ha apropiado del apellido “cuna de deportistas” con todo merecimiento (las hemerotecas cantan), y la aparición de “estrellas” (Javier Moracho, Conchita Martínez, Eliseo Martín...) va pareja a la de proliferación de instalaciones y clubes. La “ciudad deportiva” es un lujo y un tramado excepcional entre poblaciones de 16.000 habitantes. Se compone del pabellón “Los Olímpicos” (caben 1.200 espectadores sentados), piscina climatizada, el complejo de tres pistas de tenis (sede del Torneo Internacional Femenino “Ciudad de Monzón”, de categoría WTA-75.000 dólares), piscina de verano, dos campos de fútbol (uno de hierba artificial) y las pistas de atletismo que acogieron en el verano de 2006 el Campeonato de Europa B de Pruebas Combinadas. A medio plazo se sumarán una residencia de deportistas (Núcleo de Tecnificación Deportiva vinculado al Centro Atlético Monzón), un rocódromo, otras dos pistas de tenis y un frontón, y también se baraja la construcción de un velódromo.

Pistas de atletismoA dos kilómetros del centro urbano, las instalaciones privadas de Airon Club (ligadas a las empresas químicas) también llaman la atención: piscina de verano de 50 metros, tres pistas de tenis, un frontón y una sala de tiro de precisión. En el cerro de Santa Quiteria,  dos fosos de Tiro Olímpico son lugar ideal para competiciones regionales y nacionales; y en el cauce del Cinca, el coto de la Asociación de Pescadores Deportivos es frecuentado por decenas de aficionados a la caña y el cebo de Aragón y regiones vecinas.
En el Parque de los Sotos se asienta el Club Petanca Monzón. El Club Ciclista Boscos Monzón programa salidas todos los domingos y organiza un par de trofeos al año. El Club Monzón Esquí aglutina a los amantes de la nieve. El Club Rítmica Monzón trabaja diariamente en “Los Olímpicos”. El Club Baloncesto Monzón milita desde hace diez años en liga EBA. Aventura Pirenaica organiza excursiones montañeras y de BTT. El Club Miss Daisy acaba de nacer para promocionar el Duatlón de Montaña. El Club de Ajedrez “Jaime Casas” es uno de los puntales de la región.
En suma, una amplia oferta que es el mejor caldo de cultivo para forjar campeones. El trabajo cotidiano y constante, tanto de los clubes como de las Escuelas Deportivas Municipales, ha dado frutos y Monzón se ufana de sus ocho olímpicos: Javier Moracho, Álvaro Burrell, Eliseo Martín y Javier Gazol (atletas), Conchita Martínez (tenista), y Delfín Campo -fallecido-, Ricardo Campo y Vicente Tomás (esquiadores). El siguiente epígrafe recoge los perfiles del trío más destacado por su proyección internacional.

Deportistas excepcionales está representado por un “trío de ases” casi irrepetible: Javier Moracho, Conchita Martínez y Eliseo Martín. Dos atletas y una tenista. 

Javier Moracho

Javier Moracho: aterrizó en la pista de atletismo a primeros de la década de los setenta. Saltó altura y triple y corrió los 60 y los 110 metros vallas. Era una fiera con hambre de metal que buscaba la mejor presa. Su progresión siempre encandiló a propios y extraños. En 1978 llegó a las semifinales de 60 mv del Campeonato de Europa; en 1980 se proclamó campeón absoluto de España; y en 1981 se llevó la medalla de plata en el continental celebrado en Grenoble. Los récords nacionales (17 veces campeón) y los buenos cronos en los mítines internacionales fueron noticia un mes sí y otro también, pero el hambre de Javier no estaba aplacada. Le faltaba el “oro” de los dioses y no paró hasta conseguirlo, y se lo apropió en 1986 al ganar la prueba de 60 mv en el Campeonato de Europa Absoluto de Pista Cubierta. 





Conchita Martínez

Milady Conchita: Sin duda, el currículum de la tenista es el más espectacular y de mayor peso específico del trío de ases. A grandes rasgos: durante las 18 temporadas que estuvo en activo acabó entre las 50 primeras del ranking, 12 dentro del “Top-15” (1989-2000) y cinco entre las cinco primeras (1993-96 y 2000). En octubre de 1995 se situó en el puesto número dos del mundo. Ha ganado 33 títulos del WTA-Tour (20 sobre tierra batida, su superficie preferida), y acumula 174 victorias en torneos del “Gran Slam”. En 12 ocasiones consecutivas se clasificó para jugar el “Master”, y con el equipo nacional conquistó cinco veces la Copa Federación (1991, 93, 94, 95 y 98).







Eliseo MartínEliseo-París: Es el atleta que ha recogido la antorcha de éxitos de Javier. Su prueba, los 3.000 metros obstáculos, ha sido durante mucho tiempo “parcela privada” de los deportistas africanos, y él, poco a poco y con loable constancia, se ha hecho un hueco. En este empeño, su entrenador Fernando García “Fondi” ha tenido mucho que ver. Eliseo fue campeón de España junior de 10.000 metros en 1992, y en el Mundial de Seúl de esa categoría, séptimo en la misma distancia y primer atleta no africano. En las temporadas 94 y 95 selló su matrimonio con los 3.000 obstáculos al proclamarse campeón nacional promesa, y su travesía del desierto fue una lesión que le impidió competir en Atlanta-96. No cesó de trabajar y el esfuerzo dio frutos: campeón de España en 1999 y sexto del mundo en la cita planetaria celebrada en Sevilla (la medalla seguía siendo un sueño). A renglón seguido llegó Sidney-2000, y el obstaculista repitió el puesto logrado en la capital hispalense, lo que le reafirmó como “valor en alza”. El último acto de esta progresión  tuvo como escenario París. El 26 de agosto de 2003 se disputó la final de 3.000 metros obstáculos del Mundial de Atletismo, y el montisonense, en una carrera grabada a fuego en la memoria de los aficionados, se plantó en la meta en tercer lugar tras superar a dos rivales en los últimos doscientos metros. Simplemente, épico. Medalla de bronce. Hasta hoy, el cielo del atletismo local.



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